Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 25 de mayo de 2018

Cambio climático

El primer ministro saboreó su gin tonic mientras observaba el confuso tráfico cairota desde el ventanal de su suite, en el piso 18 del hotel más lujoso de la capital egipcia. Desde arriba, coches y peatones parecían distintos tipos de insectos, esquivándose mutuamente entre sí con cierta elegancia, como si todos formaran parte de una gigantesca coreografía ensayada durante los últimos meses para sorprender a los jefes de Estado y de Gobierno participantes en la COP, la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

Él había decidido tomarse un descanso, aunque su delegación continuaba los trabajos en el Palacio de Congresos de Al Manara. El foro internacional estaba terminando: lo haría a las tantas de aquella misma noche, pero sólo después de sumar otro largo paréntesis de horas y horas de discusiones absurdas y reuniones estériles, como en las jornadas anteriores. El pesimismo había dominado el ambiente previo durante meses. Y también la propia cumbre desde el momento de iniciarse. Las buenas palabras, las declaraciones de intenciones, las promesas y las propuestas..., todo lo amasado durante la COP 21 celebrada hacía ya varios años en París no tuvo continuidad en las ediciones sucesivas y aquélla no había sido una excepción.

Las temperaturas se disparaban hasta extremos increíbles en verano y bajaban hasta cotas extravagantes en invierno, el régimen de lluvias había enloquecido, el número de fenómenos naturales de efecto destructor -desde terremotos hasta inundaciones- se había incrementado muy por encima de la media, la polución generada por los combustibles fósiles afectaba a un porcentaje insostenible del planeta, los gases de efecto invernadero se habían revelado más tóxicos para el medioambiente de lo ya previsto... El mundo caminaba hacia el apocalipsis con pasos cada vez más rápidos y seguros, en medio de la indiferencia del ciudadano medio.

Se suponía que las cumbres COP debían servir para detener todo eso y por ello eran convocados importantes altos cargos de la política, la economía, la empresa, las ong conservacionistas y otros líderes sociales... Sin embargo, el primer ministro era muy consciente de que en realidad, habían sido utilizadas para todo lo contrario. Lo que allí se había coordinado no era cómo salvar al planeta de los efectos perniciosos del desarrollo humano sino, muy al contrario, cómo acelerar esos efectos con discreción y sin que la humanidad se percatara de lo que estaba sucediendo.

Habían actuado con mucha eficiencia, sobre todo en aquellos últimos años, rememoró el primer ministro mientras se terminaba la bebida alcohólica y daba su primer mordisco a la copa. Masticó el vidrio disfrutando de la aspereza del cristal roto en su rugoso paladar alienígena. 

Cuando los de su raza desembarcaron en la Tierra después de vagar tanto tiempo perdidos por el espacio a bordo de su ya deteriorado crucero de transporte, supieron enseguida que habían encontrado un nuevo hogar. Pero también llegaron al rápido convencimiento de que debían adecuarlo cuanto antes a su forma específica de vida, si aspiraban a sobrevivir. La suya era la única nave de toda la flota que había logrado alcanzar la meta tras superar enormes abismos cósmicos desde el sistema estelar donde abandonaron su moribundo planeta de origen. Y eran muy pocos para enfrentar a los humanos, más atrasados que ellos tecnológicamente pero mucho más numerosos. 

Por eso optaron por esconderse, disfrazarse de humanos para introducirse entre ellos y, aprovechando su superior ciencia, adquirir poder progresivamente hasta dominar las cúpulas de sus jerarquías. Una vez conseguida la autoridad, había sido un juego de niños ir construyendo paso a paso el futuro desastre impulsando una serie de medidas destructoras como la producción masiva de productos contaminantes o el sabotaje de las energías limpias conocidas y la ocultación de las desconocidas. En pocos años más, el planeta se habría vuelto inviable para la supervivencia de los humanos, pero sería un vergel desde el punto de vista de su raza extraterrestre.

Sí, la COP terminaría una vez más sin resultados positivos..., para sus anfitriones. Estaba tan satisfecho que, al terminar de comerse la copa decidió empezar a morder la botella de ginebra.





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