Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 17 de junio de 2016

La oportunidad

Tempus fugit, decían los latinos, y fugit cada vez más deprisa, añado yo...  He vuelto a comprobarlo a propósito de la sobredosis de propuestas, especulaciones, sondeos, interpretaciones, promesas y demás diarreas mentales relacionadas con la política que inunda estos días (estos meses, estos años) el panorama informativo con vistas a las próximas elecciones de finales de junio. A propósito del pringoso debate sobre la corrupción, quise releer un artículo que, en mi memoria, había publicado hace unos pocos meses. Cuál ha sido mi sorpresa cuando, al rastrear en el historial de esta bitácora me he encontrado con que en realidad lo publiqué hace ya más de cuatro años... ¿Es posible que haya pasado tanto tiempo?, me pregunto atónito, antes de quedarme de nuevo asombrado cuando, por curiosidad, compruebo que Fácil para nosotros lleva ya casi siete años en marcha.

Una de las teorías más locas que se han publicado respecto al tiempo hacen referencia a la famosa Resonancia Schumann (RS), así llamada por el científico alemán Wilfried Otto Schumann (aunque el olvidado Nikola Tesla habló antes de este asunto, pero sigue siendo el gran ignorado de la ciencia moderna), quien a principios de los años 50 del siglo pasado predijo un fenómeno relacionado con los picos en la banda de la frecuencia extremadamente baja del espectro electromagnético de la Tierra, ondas que rebotan entre la superficie del planeta y la ionosfera y que pueden influir en algunas redes de transmisión eléctrica. La frecuencia más baja, que a la vez es la que tiene la intensidad más alta y que está ubicada más o menos en los 7,83 hercios, es la que fue bautizada con el nombre de Schumann.



En 2008 -poco antes de que arrancara este blog-, un autor norteamericano, Gregg Braden, lanzó la idea de que la RS había aumentado por primera vez desde hace miles de años (me gustaría saber cómo puede uno estar tan seguro de eso, teniendo en cuenta que no ha vivido todo ese tiempo) y que en 1980 se elevó hasta situarse por encima de los 12 hercios. Según sus cálculos, muy criticados obviamente por científicos de todo el mundo, los días que, antiguamente, solían durar 24 horas, desde finales del siglo XX duran sólo 16. Y por eso todo va mucho más rápido ahora y no nos da tiempo a nada. Sí, sigue habiendo oficialmente las mismas horas pero resulta, según su opinión, que van más deprisa. Braden es el arquetipo de escritor new age que tanto se ha estilado estos últimos años y que, aunque en un primer momento parece poseer información suficiente como para dar una explicación coherente al mundo, a la larga lo que hace es  incrementar la confusión entre aquéllos interesados en entender qué es lo que está ocurriendo realmente. Para ello combina denuncias por lo demás no muy novedosas (hace un año, poco antes de ofrecer una conferencia en España, decía que "la ciencia está secuestrada por las empresas, los políticos y las religiones" en una entrevista a La Vanguardia) con arriesgadas hipótesis difíciles de comprobar (como por ejemplo su planteamiento de que la polaridad magnética de la Tierra está alterada y cada vez va a ir a peor..., y que además eso tendrá efectos en el ADN humano) o directamente instaladas en la fantasía (con sus libros, artículos y conferencias fue uno de los responsables de la obsesión occidental con el presunto fin del mundo que se supone iba a llegar en 2012).

Las peculiares ideas sobre el paso del tiempo de Braden disfrutaron de un revival en nuestro idioma a partir de finales de 2013, gracias a lo cual pudimos leer todo tipo de especulaciones y declaraciones de personajes como un tal profesor Bannerjee de la Universidad de Nuevo México según el cual la fuerza del campo magnético terrestre también está en declive, ya que habría perdido hasta la mitad de su intensidad desde hace 4.000 años. Según todos estos teóricos de algo-pasa-con-el-tiempo-y-yo-sé-lo-que-escuando la RS llegue a los 13 hercios, alcanzaremos el Punto Cero y se producirá el brusco cambio de los polos magnéticos: la Tierra se detendrá entonces durante un par de días y luego comenzará a rotar al revés, con lo que veríamos, por ejemplo, el Sol saliendo por el oeste en lugar de por el este como ahora. Por supuesto, esto produciría gravísimos trastornos planetarios y podríamos disfrutar del apocalipsis de turno (creo que ya lo he dicho veinte mil veces pero los apocalípticos me aburren cada día más: en el fondo son unos flojos que están deseando jubilarse de la vida y buscan una excusa para hacerlo manteniendo su imagen, especialmente ante sí mismos). De hecho, la fecha "prevista" en la que esto se produciría sería el 12 de agosto de 2003 pero, como no pasó nada, pelotazo para delante y a esperar el siguiente fin del mundo, 20 años más tarde. O sea, que ya tenemos fijado el 2023 como fecha para un nuevo borrón y cuenta nueva.

Los cocineros de esta sopa de difícil digestión aprovechan para meter en ella todo tipo de ingredientes, desde el Nuevo Orden Mundial que se pondría en marcha justo en ese momento (como si no estuviera construyéndose desde hace tanto tiempo ya), hasta la irrupción de una nueva dimensión con todo tipo de fenómenos psíquicos extraordinarios, la construcción de un cuerpo humano "mejorado"con capacidad para acceder porque sí a dimensiones más sutiles, el cambio radical de tecnologías, la manifestación pública de los "hermanos del espacio" que vendrían a ayudarnos en nuestra evolución cósmica, el despertar de la conciencia planetaria y no sé cuántas zarandajas más... 
Todo esto hace tanto daño a la verdadera búsqueda del conocimiento escondido que se hace difícil no llegar a la conclusión de que en realidad los defensores de la new age y sus extravagancias no son sino colaboradores (a sabiendas o, la mayoría de ellos, más probablemente de manera inconsciente) de los que de verdad mandan para incrementar el desconcierto, la inseguridad y el miedo de la población en general (y por tanto su facilidad de control y manipulación). Lo cierto es que tanto el período de rotación como el de traslación de la Tierra están perfectamente medidos y remedidos casi desde que existe la ciencia como tal. De hecho, los astrónomos de las distintas civilizaciones que en el mundo han sido se han ocupado de averiguar estos datos desde el primer momento y por eso sabemos que el día viene durando casi 24 horas desde tiempos inmemoriales. Y que sigue durándolas.


Que Braden tenga la impresión de que hay menos horas en juego o que pasan más rápido tiene una explicación mucho más sencilla que se puede resumir tan gráficamente con facilidad: cuando uno es un niño de 2 años, 1 año de su vida es la mitad de la misma, motivo por el que cada uno de los meses y aún de los días que lo componen parece alargarse tanto; pero cuando uno es un adulto de 50 años, 1 año de su vida es sólo la cincuentava (sí, aquí sí está bien empleada la expresión) parte, un mes es sólo uno entre 600 meses vividos y un día es sólo uno entre 18.250, una larga serie, sin duda. Es evidente que esto afecta a la percepción temporal (igual que lo hacen otros criterios: cuando tu equipo de fútbol favorito gana por la mínima la final de un campeonato, los minutos que quedan hasta el final se hacen eternos mientras que si va perdiendo por la mínima, parece que volaran). Y a medida que somos más viejos los fragmentos de tiempo se "reducen" más y más aunque objetivamente sigan siendo los mismos...

A todo esto, el artículo que yo buscaba era el publicado el 2 de marzo y titulado Nosotros, en el que resumí los hipócritas lamentos de nuestra sociedad ante la corrupción y los abusos de los políticos, recordando que salen justamente de esa sociedad y que ese manido concepto de "nos merecemos algo mejor" es una  mentira muy piadosa. En realidad, tenemos lo que nos merecemos, porque la gente que está en el poder hoy en España hace lo que cualquiera de nosotros haría si estuviera en su lugar. No voy a repetir lo que escribí entonces, porque ahí sigue para quien quiera releerlo. Sólo diré que me hace gracia la ingenuidad (o el cinismo) con que algunas personas que se creen honradas (porque nunca han sido tentadas como lo han sido los que han tenido acceso a determinado grado de poder, han pecado y han sido luego descubiertas) opinan sobre este problema diciendo que ellos no caerían en la corrupción o las malas prácticas. De hecho, ni siquiera estamos ante un problema 

español, después de todo, sino de toda la especie homo sapiens. Más de un conocido extranjero me ha preguntado por qué estamos tan obsesionados en este país con el tema de la corrupción cuando aquí, me han asegurado, no hay más que en sus propios países (y me refiero ahora a algunos europeos de primera línea). Ojo, esto no significa obviamente que no haya que perseguir este crimen, como todos los crímenes. Simplemente, que no hay que hacer un drama de ello, ni emplearlo políticamente, pues todos los partidos (absolutamente todos, incluso los que se presentaron como "vírgenes" en las últimas elecciones, como así lo han demostrado desde que poseen poder municipal en repetidas ocasiones) terminan cayendo en ello. Y más, cuando más poder ocupen.

La "prueba del algodón" está muy bien resumida en un artículo que he encontrado recientemente en la web, que dice lo siguiente:


Cuando usted tiene la oportunidad de robar 30 céntimos sacando fotocopias personales en la fotocopiadora del trabajo, usted no pierde la oportunidad.


Cuando usted tiene la oportunidad de robar 1 euro llevándose para casa el bolígrafo del trabajo o del compañero, usted no pierde la oportunidad.


Cuando usted tiene la oportunidad de robar 5 euros a la cajera que le dio de más en la vuelta sin darse cuenta,  usted no pierde la oportunidad.


Cuando usted tiene la oportunidad de robar 100 euros de Microsoft al descargar un Windows crackeado de un sitio ilegal, usted no pierde la oportunidad.


Cuando usted tiene la oportunidad de robar 1.000 euros escondiendo un defecto de su coche al venderlo, engañando al comprador, usted no pierde la oportunidad. 


Usted no pierde ninguna oportunidad: de evadir impuestos, de pagar sin factura, de devolver una cartera quedándose el dinero, de...


Si usted trabajara en el gobierno y cayera en sus manos la oportunidad de robar 1 millón de euros, es seguro que de la misma forma tampoco perdería la oportunidad.


Nuestro problema no son sólo los políticos en el poder porque ellos son sólo el reflejo de una sociedad con mas de 40 millones de oportunistas educados en la permisividad y hasta en la justificación del pillaje. Los políticos de hoy fueron los oportunistas de ayer.


Será muy difícil cambiar esto, pero podemos empezar con cada uno de nosotros. Por no aprovechar las "oportunidades" y por recriminar a aquéllos que nos cuenten que lo hacen.


Vaya, ¿qué te parece? No soy el único que piensa de la forma en la que escribí mi propio texto hace ahora cuatro años. Ésta puede ser una buena oportunidad de empezar a cambiar las cosas, si de verdad todos nos ponemos a ello...






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