Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Espías en Halloween

Iba a escribir algo sobre la fiesta del Samhain que festejamos este viernes como buen 1 de noviembre, pero acabo de releer el artículo que publiqué hace ahora justo dos años en esta bitácora precisamente sobre este mismo asunto con el título de ¡Feliz año nuevo! y la verdad es que no tengo mucho más que añadir. Si acaso, que no hace falta vestirse de bruja, zombie o cualquier otro tipo de monstruo: hay tantos de ellos deambulando por nuestro mundo a diario que caracterizarse como uno más ya no se puede considerar ni disfraz. Más que tratar de parecernos a las brujas, deberíamos dedicarnos a cazarlas, en plan senador McCarthy. El momento es adecuado teniendo en cuenta el escándalo, completamente gratuito y más que nada hipócrita, que se ha desatado a propósito del espionaje norteamericano a sus aliados europeos. Como si esos mismos aliados no supieran que los EE.UU. los vigila no desde hace dos días sino desde siempre, igual que ellos lo hacen (bueno, más bien lo intentan) con los norteamericanos y también entre sí y a sus propios ciudadanos (especialmente significativo resulta el hecho de que las decenas de millones de intercepciones de comunicaciones en España y Francia, denunciadas recientemente por la prensa y en principio achacadas a los norteamericanos, fueron practicadas en realidad según fuentes de seguridad por..., los propios servicios secretos españoles y franceses, que luego pasarían la información pertinente a sus colegas de Estados Unidos).

 Por supuesto que los dirigentes europeos conocían que eran espiados, sólo que preferían no reconocerlo en público y mirar para otro lado, hasta que un auguafiestas, un ex espía yankee llamado Edward Snowden, se vio desbordado por la situación y decidió contarle a la ingenua sociedad contemporánea (ingenua también porque quiere serlo, ya que evidencias al alcance de cualquier ciudadano mínimamente preocupado por el asunto hay miles) en voz alta lo que era del dominio público sotto voce. Las filtraciones de 
Snowden, publicadas desde comienzos del pasado mes de junio en el diario británico The Guardian y en el semanario alemán Der Spiegel, no hacen más que confirmar lo que ya hemos comentado en alguna ocasión en este blog (y en sitios mucho más populares de Internet) acerca de la capacidad de las agencias de seguridad para espiar impunemente a todo y a todos dentro del Gran Hermano (de acuerdo con la terminología de Orwell, no de la imbecilidad conceptual de la telebasura) "democrático" en el que vive preso hoy por hoy Occidente. Hace unos días, el Taoiseach o primer ministro irlandés Enda Kenny calificaba de "deplorable" la situación y en las mismas declaraciones reconocía que él daba "por hecho" que "todas" sus llamadas telefónicas "son escuchadas" y por ello "siempre" lo tiene en cuenta cuando habla. Si el jefe del gobierno de un país tan pequeñito como Irlanda es consciente de lo que ocurre, imaginemos lo ridículo de que sus colegas de las naciones más grandes se hagan ahora los ofendidos.

De todas maneras, cuánta hipocresía hay en esto. ¿Ya se nos ha olvidado lo de Echelon? Hace unos años que se confirmaba de manera oficial a través de una investigación del Parlamento Europeo la existencia de ésta que ya entonces fue considerada como la mayor red de espionaje e interceptación de comunicaciones electrónicas de la historia y en la que estaba implicado el Reino Unido junto a varios miembros de su Commonwealth como Canadá, Australia y Nueva Zelanda..., además de su "hija política" favorita: los Estados Unidos. Echelon capturaba (captura, porque lo sigue haciendo aunque ya no se hable de ello) unas 3.000 millones de comunicaciones diarias, a través de todo tipo de correos electrónicos, llamadas de teléfono y contactos por radio y
 satélite. Incluso los faxes, aunque este tipo de tecnología haya quedado prácticamente obsoleta en el mundo más avanzado. La excusa inicial para desplegar Echelon era la lucha antiterrorista y contra el crimen, además del control de las comunicaciones militares de la Unión Soviética (cuando existía..., lo cual nos puede dar una idea de desde cuándo viene funcionando: la primera referencia pública la facilitaba otro antiguo trabajador de la oscuridad, disimulado bajo el seudónimo de Winslow Peck, en 1976) pero a partir de ahí también se ha empleado para el espionaje económico (o el espionaje puro y duro, sin adjetivos) de instituciones públicas y privadas en cualquier país del mundo.

El programa PRISMA del que tanto se ha hablado últimamente como una de las armas principales del espionaje norteamericano de los últimos tiempos junto con XKeyscore, ya se empleaba con Echelon. Fue creado en 2007 y permite el acceso a las bases de datos de miles de usuarios de las empresas relacionadas con las nuevas tecnologías: desde Microsoft hasta Google, desde Apple hasta Yahoo, desde Facebook hasta Skype..., y muchas otras. Todas ellas facilitaron el acceso a los datos de sus usuarios a los servicios secretos 
estadounidenses. Hay que destacar la pavorosa ingenuidad o la profunda hipnosis de tantos y tantos ciudadanos que habitualmente emplean Internet y nunca se han preguntado (incluso ahora siguen sin hacerlo) por qué programas tan útiles y rentables para la vida diaria como los de correo electrónico o los de intercambio de archivos de todo tipo son completamente gratuitos (¿de verdad estos usuarios llegaron a creer que había publicidad suficiente en el mundo para pagar a sus creadores?) cuando no hay nada gratis en la vida: absolutamente nada.

Eso sí: la recopilación de este gigantesco volumen de datos es sólo un primer paso. No sirve para nada si no se poseen unos ordenadores superpotentes, conocidos en la jerga del espionaje como diccionarios, capaces de cribar en un breve período de tiempo cantidades descomunales de información para encontrar lo que se está buscando: desde la dirección concreta de una persona hasta el sonido de su voz, pasando por su identidad, los números de su tarjeta de crédito o sus opiniones respecto a un asunto concreto. El uso de esas máquinas de última generación analizadoras y organizadoras de la información es lo que daba ventaja a Echelon sobre otras redes similares, menos poderosas pero quizá por eso también eficaces ya que son casi completamente desconocidas para el gran público como Enfopol (la equivalente de la Unión Europea que lleva funcionando al menos tres lustros), Frenchelon (el sistema de espionaje francés) o Sorm (la red rusa).

En comparación con estas avanzadas redes de espionaje, no puedo ahora dejar de acordarme de una anécdota que se contaba entre periodistas acerca del espionaje sufrido por dos conocidos políticos españoles, uno de ellos un importantítismo cargo del Estado, hace algunos años, durante la época de la Transición. Ambos trataban asuntos sensibles en una conversación a través de teléfonos fijos cuando uno de ellos llamó la atención al otro sobre los extraños ruidos que se escuchaban de fondo. El otro, alto cargo, contestó sin inmutarse:

- Sí, yo suelo oír esos ruidos a menudo... Eso es porque me tienen "pinchado" el aparato.

- ¿Te espían? ¿Te están espiando en este momento? -contestó incrédulo el primero- Pues entonces me cago en la madre que parió al desgraciado que nos está escuchando.


Y entonces ambos políticos oyeron una tercera voz, opaca y lejana, que se quejaba:


- Oiga usted: a mi madre, ni mentarla.

El sensible espía que reveló su presencia de manera tan torpe podría haber hecho carrera en la TIA (Técnicos de Investigación Aeroterráquea), el servicio secreto al que pertenecen Mortadelo y Filemón, los archipopulares personajes del gran Francisco Ibáñez.











No hay comentarios:

Publicar un comentario