Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 17 de mayo de 2013

El espionaje nuestro de cada día

La confirmación oficial de que el gobierno del Premio Nobel de la Paz Barack Obama espiaba impunemente a un centenar de periodistas de una de las principales agencias de información del mundo, Associated Press (AP), ha levantado una ola de protestas tan exageradas como hipócritas. La asociación de periódicos norteamericanos Newspaper Association of America aseguraba que semejante actuación "estremece la conciencia estadounidense y viola la imprescindible libertad de prensa, protegida por la Constitución" mientras que el sindicato The News Media Guild la calificaba de "espantosa" y "atentado directo contra los periodistas". Otras organizaciones de periodistas como Reporteros sin Fronteras la describían como "infracción gravísima". Pues..., sí, tal parece: si ya es cuestionable el espionaje a otros, el espionaje a los propios resulta lamentable pero ¿a quién pretendemos engañar? ¿Acaso a alguien le ha sorprendido de verdad lo que ha pasado?  Como si a estas alturas no supiéramos ya todos que el servicio secreto de los Estados Unidos (y el de Rusia, y el del Reino Unido, y el de Israel, y el de China, y el de...) mete sus narices donde le da la gana y cuando le da la gana, tenga o no cobertura legal para ello, sea su objetivo nacional o extranjero. En primer lugar, sus servicios secretos sirven para eso: obtener información de todos a través de cualquier medio, aunque sea turbio. En segundo lugar, llevan años explotando la Excusa, así con mayúsculas, de la lucha-contra-el-terrorismo-omnipresente

Los periodistas norteamericanos se rasgan las vestiduras, pero están en el mismo país donde se publican sin rubor alguno noticias como por ejemplo que la Oficina Federal de Investigación, el FBI, ha solicitado hace bien poco al gobierno de Washington 41 millones de dólares adicionales para ejercer con eficacia su labor de Gran Hermano controlando conversaciones en línea de los norteamericanos en tiempo real..., y no ha pasado nada. El año pasado el FBI ya solicitó una normativa legislativa específica que obligue a los proveedores de Internet a instalar "puertas traseras" en sus plataformas: es decir, accesos al alcance de los servicios secretos para que éstos puedan husmear sin restricción alguna entre las comunicaciones de sus usuarios, por supuesto sin que éstos se percaten de ello. Y para 2013, una de las prioridades formales 
establecidas por esta agencia pasa por la vigilancia en tiempo real de servicios tan utilizados por los internautas como Gmail, Google Voice, Dropbox y similares..., ¡¡¡y hasta los chats de los juegos en línea!!! Todo es poco según Andrew Weissmann, jefe del Departamento Jurídico del FBI, para quien éstos y otros canales "se emplean para conversaciones criminales". Ojo a todos los jugadores que luchen a muerte con espadas contra los orcos o que dirijan una campaña de la Marina de su majestad contra los piratas del Caribe a ver si, alarmado por las violentas conversaciones que puedan seguir en el desarrollo de sus aventuras, se les va a presentar algún agente en su casa para desarmarles...   

Recordamos que la legislación vigente en los Estados Unidos, gracias a esa obsesión por ver amenazas terroristas hasta en los yogures caducados (amenazas que luego a la hora de la verdad nunca son detectadas a tiempo, como podemos ver en la historia reciente de atentados en territorio norteamericano), permite ya a sus servicios secretos obtener copias de correos electrónicos sin orden judicial o aplicar la mencionada norma de las "puertas traseras", todo desde el punto de vista legal. Ojo, no se trata sólo del FBI: hay decenas de agencias gubernamentales y militares funcionando, sólo en territorio yankee. Y la lista incluye tanto a la "tradicional" CIA como a la más 
opaca y peligrosa de todas, la National Security Agency o NSA, que nunca aparece en este tipo de informes pero según cuentan los expertos es la más eficiente con diferencia. A lo largo de 2012, estas agencias enviaron cerca de 14.000 solicitudes sólo a Google para obtener información acerca de más de 31.000 usuarios del archifamoso buscador, sin orden judicial en la mayoría de los casos. Y hay que recordar que en febrero de 2013 la Corte Suprema de los Estados Unidos denegó considerar siquiera el pleito que presentó Amnistía Internacional junto con un grupo de activistas en contra de la FISA o Acta de Vigilancia de Inteligencia Extranjera que autoriza a la NSA a monitorizar cualquier comunicación personal de cualquier ciudadano que contacte con cualquiera otro que viva en cualquier país del mundo. Todo ello, en Estados Unidos, que se considera una de las naciones más democráticas y libres que existen hoy día. Si ésa es la situación allí, podemos empezar a imaginárnosla en el resto del planeta...

Y vayamos un paso más allá: hoy ya no hace falta trabajar en lo que antes se llamaba un servicio de información para enterarse de todo tipo de secretos ajenos. Con los actuales avances informáticos, cualquiera puede dedicarse (de hecho lo hace: cada vez hay mayor número de hackers paseándose por el ciberespacio) a reventar "cajas fuertes" de información. Y más, si cuenta con el apoyo de grandes empresas (apoyo consentido o al menos utilización de sus recursos). Hace unos días, por ejemplo, conocimos también que los periodistas de Bloomberg News, agencia especializada en información financiera, se dedicaban a espiar ¡¡¡a sus propios clientes y con los propios terminales de datos de la compañía!!! para obtener noticias sobre ellos. Entidades 
financieras, empresariales e instituciones de todo el mundo sufrieron el asalto de estos peculiares periodistas que además y según The New York Times habían recibido en su medio la formación específica para poder ver los datos de contacto de los clientes. Como suele suceder en estos casos, la direcciónd e la empresa ha pedido disculpas por lo ocurrido y ha prometido que "ha tomado medidas y se ha cambiado la política de la compañía para corregir" los excesos. Que es como decir: "no os preocupéis, que seguiremos haciendo lo mismo pero no volveréis a pillarnos en otra porque reforzaremos la seguridad a fin de que no haya más filtraciones y alguien vuelva a ponernos colorados".

El último informe anual de amenazas en Internet recopilado por la Global Intelligence Network y analizado por Symantec, la empresa propietaria del conocido antivirus Norton, que fue publicado a mediados del pasado mes de abril ya advertía de que el ciberespionaje sobre objetivos específicos ha aumentado ¡¡¡el 42 por ciento!!! sólo durante 2012. El documento también señala que en el 31 por ciento de los casos analizados, los cibercriminales lograron violar la seguridad de importantes instituciones a través de pequeñas empresas (las que tienen menos de 250 trabajadores y resultan más vulnerables) a las que previamente robaron sus datos y su identidad. Ya no se trata sólo del spam o correo basura (por cierto, España es ahora mismo el sexto país del mundo con mayor tráfico de este tipo de correos, como bien 
sufre cualquiera que utilice este hoy día imprescindible medio instantáneo de comunicación): existe un creciente abanico de actividades ilegales para apoderarse de información rentable, desde el phising (o pesca cibernética de incautos a los que se engaña para adquirir informaciones confidenciales simulando ser lo que uno no es) hasta el malware (o códigos malignos -casi me gusta más la expresión códigos maliciosos, que suena a telenovela- que se introducen sin consentimiento en los ordenadores ajenos) pasando por el ransomware (o malware especialmente agresivo que bloquea los equipos informáticos sin previo aviso y exige una recompensa a sus usuarios para "liberarlos" de este peculiar tipo de secuestro). Muy gráfica es la comparación de cifras: en diciembre de 2011 existían unas 500 variantes de virus en el océano informático, mientras que un año después había ¡¡¡4.500!!!



Este viernes, precisamente, se conmemora de manera oficial el día de Internet y después de conocer todo lo anterior (y muchas otras noticias relacionadas al alcance de cualquiera que examine con cierta atención la actualidad) casi da risa leer las recomendaciones de la Agencia Española de Protección de Datos y demás autoridades encargadas de velar por la seguridad en las redes, insistiendo en medidas de autoprotección como la desactivación de la casilla de geolocalización de los dispositivos móviles o la construcción de ingeniosas y elaboradas contraseñas para acceder a nuestros documentos. A fin de rematar la cuestión, la ONG Proyecto Hombre, especializada en el tratamiento de toxicomanías, facilitaba a primeros de este mes un dato tan interesante como negativo y es el desarrollo galopante de una nueva adicción basada en el abuso de nuevas tecnologías, especialmente las actividades online, incluyendo el comportamiento patológico en las apuestas, el consumo desmedido y alienante de pornografía o la incapacidad de abandonar las redes sociales siquiera por períodos cortos de tiempo, entre otros riesgos. O sea, que no sólo facilitamos alegremente nuestros datos, sino que nosotros mismos abusamos de ellos.



Claro que lo más descacharrante es que con este panorama se nos siga 
vendiendo la idea de que debemos volcar cuantas más actividades mejor en Internet. Hay que subir los datos, nuestros y de nuestros conocidos, a la nube; hay que votar electrónicamente; hay que usar Facebook, Twitter, Skype y todo tipo de programas accesibles en Internet; hay que utilizar en la medida de lo posible sólo aplicaciones compartidas...  Porque si no lo hacemos nos dirán que estamos "atrasados" e incluso que "no protegemos a la Naturaleza" porque preferimos las facturas y documentos en papel en lugar de las cibernéticas, entre otras peregrinas razones... Un viejo refrán dice que cuanto más alto subas, desde más alto caerás. Deben doler mucho los huesos cuando uno se cae desde una nube.

 






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