Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Realidad Aumentada (o no)

Como suele decir a menudo mi thothor (mira qué juego de palabras tan simpático..., ejem) en la Universidad de Dios, la mejor forma de hacer desaparecer un conejo es cambiándole el nombre. Si en lugar de "conejo" le llamas "mesa", el animal desaparece con una velocidad eslumbrante..., aunque en realidad siga estando allí. Es ésta una técnica en apariencia muy tonta pero también multitud de veces empleada por los especialistas en alterar y esconder los conocimientos de la Antigüedad e incrementar la confusión entre los homo sapiens, en general tan entontecidos que rara vez son capaces de abandonar el carril al que les engancharon de pequeñitos y por el que deambulan, sin preguntarse por qué, hasta el final de sus días.

Así sucede por ejemplo con la llamada Realidad Aumentada. Una persona con un mínimo de raciocinio deduciría que semejante expresión implica una mayor definición de lo real (aun volviendo al viejo problema tantas veces mentado por aquí acerca de la realidad de la realidad), pero resulta que significa justo lo contrario: una alteración de lo que, por no liarnos ahora demasiado, viene a ser lo que se considera real. Una alteración que consiste en introducir elementos virtuales en lo real para crear una nueva realidad mixta. No se trata en este caso de inventar un entorno íntegramente virtual en el cual sumergir la percepción sino de sobreimpresionar información digital y a ser posible en tres dimensiones conservando una base real. 

Así expresado suena un poco lioso pero todos aquéllos que hayan tenido ocasión de experimentar con las consolas de última generación sabrán enseguida a lo que me refiero cuando recuerden esos muñecos tan simpáticos con los que pueden jugar e interaccionar los niños, sus principales usuarios. No existen más que en la pantalla pero allí proyectados sobre fondos reales se comportan como si de verdad estuvieran ante nosotros, fueran invisibles y las consolas pudieran detectarlos. Esta aberración de la percepción es en el fondo una cruel parodia tecnológica de los seres feéricos con los que nuestros antepasados (y algunos contemporáneos, en ciertas raras ocasiones) se relacionaron en bosques y montañas, en la Naturaleza no contaminada.

También les sonará el concepto a los que tengan instalados en sus teléfonos móviles algunos programas como el Layar que ya hace un par de años permitía agregar más de 300 capas de información diferentes, de manera que uno puede enfocar la cámara del celular a un paisaje urbano cualquiera y la pantalla no sólo le mostrará su visión de ese paisaje sino que señalizará los restaurantes más cercanos, describirá las características del monumento que aparezca en la imagen, mostrará las casas a la venta dentro del entorno visual, permitirá la conexión con la Wikipedia para conocer más datos sobre aquello sobre lo que se está enfocando, etc.

Según los expertos, tres son las técnicas principales hoy reconocidas para introducirnos en el engañoso y a la vez fascinante mundo de la Realidad Aumentada: instalar una pantalla óptica en la cabeza que permita ver a la vez las imágenes físicas reales junto con los objetos virtuales (un casco con toda su parafernalia o, generalmente, sólo unas gafas especiales), manejar la pantalla en la mano (se cree que será el primer gran éxito comercial de las tecnologías de Realidad Aumentada por el carácter portátil del dispositivo en el que se utiliza, por ejemplo los teléfonos móviles) y una pantalla grande (empleando proyectores digitales de manera que varias personas a la vez puedan apreciar los efectos del sistema).

La Realidad Aumentada posee muchos campos de desarrollo según las previsiones actuales: en la educación, la arquitectura, la medicina, el (por supuesto) entretenimiento... Pero no necesito llamar a Mac Namara para que se me ocurra una en especial, que combine aspectos, digamos, educativos, publicitarios o propagandísticos, militares y de control. De hecho, ya hace tiempo que existen programas para móviles como TAT Augmented ID que permiten filmar a una persona cualquiera y, a continuación, conocer en pantalla gracias a la aplicación correspondiente todos los datos de la persona filmada que existan en Internet. Si esto está a disposición de usuarios corrientes, preguntémonos lo que estarán manejando aquéllos que no son tan corrientes.

Así las cosas, no parece una casualidad que haya sido (¡precisamente!) en Basilea donde se ha organizado hace pocas semanas la décima reunión internacional de científicos e investigadores europeos, americanos y asiáticos especializados en Realidad Mixta y Aumentada bajo la denominación ISMAR 2011. Oficialmente, se presentaron más de cuatro decenas de proyectos, entre los cuales algunos verdaderamente impresionantes como Burnar: feel the heat (Burnar: siente el calor) que nos pide le prestemos la mano para colocarla en un artilugio infernal que, al ponerse en marcha, la hace arder ante los asombrados ojos del usuario. O, mejor dicho, parece que la hace arder y carbonizarse: uno puede apreciar con todo lujo de detalles las llamas y el humo, aunque todavía falta el olor de carne quemada... La reacción inmediata es la de sacar la mano de allí (a no ser que uno haya leído el Dune de Frank Herbert y se ponga a recitar como loco el célebre mantram de "no conozco el miedo, el miedo mata la mente, el miedo es el pequeño mal que conduce a la destrucción total...", etc.).

Resulta ciertamente inquietante escuchar a los creadores de semejante experimento explicando divertidos cómo funciona y jurando (y perjurando) una y otra vez que se trata de algo inofensivo. No termino de creerme que estos avispados tecnólogos desconozcan lo que otras ramas de la ciencia como la Psicología conocen perfectamente y es que no hace falta que el cerebro viva una experiencia real para responder ante ella sino que basta con que el cerebro crea que es real para reaccionar. Y no todas las reacciones son agradables. 

Por poner un ejemplo más, otro de los proyectos que se presentó fue el Who's afraid of bugs (¿Quién tiene miedo de los bichos?) pensado para las personas con fobia a los insectos, una de las más asquerosas fobias que existen..., según quienes la padecen. En este caso, se trata de manejar un libro interactivo que, como es de suponer, cobra vida (una vida asquerosa, para los que no soportan los bichos) a medida que uno se introduce en sus secretitos

Uno de los organizadores de ISMAR 2011 y miembro de la Universidad Politécnica Federal de Lausana, Vincent Lepetit (aquí en la foto a la izquierda), advertía en unas significativas declaraciones que la Realidad Aumentada está todavía "infravalorada" pese a que puede dar "muchas sorpresas". Después de asegurar que "se parece a los efectos especiales del cine" pero con una diferencia a su favor (que "funciona en tiempo real" y permite por tanto "una real interacción con el usuario"), pronostica que es, ya, accesible a "cualquiera" y por tanto "se desarrollará rápidamente".  


Me pido ser Morfeo.





No hay comentarios:

Publicar un comentario