Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

martes, 1 de febrero de 2011

La Leyenda de los Peces Ignorantes

He visto el espectáculo tantas veces que ya no me sorprende. Personas presuntamente interesadas en saber por qué sucede algo y que juran (y perjuran) estar dispuestas a escuchar hasta el final una explicación racional y coherente: la explicación... Luego, a la hora de la verdad, la realidad se revela demasiado fuerte para sus endebles yoes internos. Incapaces de soportarla, miran para otro lado, se niegan a aceptar lo evidente, buscan explicaciones alternativas (paradójicamente, cuanto más fantásticas sean, con mayor facilidad se las creerán). Gentes que creen poseer en su interior una enorme bodega llena de gigantescos barriles que colmar con el néctar del conocimiento..., cuando apenas disponen de un vasito sobre el que no se puede derramar más que una pequeña cantidad, a todas luces insuficiente. El alcohol para los hombres, la leche para los niños. Tratar de ver a Isis sin velo sin estar preparado para ello es hacer oposiciones a la muerte, a la locura o a algo peor...

El gran mulá Nasrudin, mi profesor de Misticismo y Paradojas, suele contar una historia para explicar esta manera de actuar. Le llama La Leyenda de los Peces Ignorantes.

Según Nasrudín, cierto día se encontraron en el océano el señor Atún, la señora Merluza y la señora Dorada y se pusieron a hablar sobre tonterías, porque los peces carecen de buena memoria y no son precisamente unos intelectuales. En cierto momento de su insulsa conversación, el señor Atún dijo:


- Señoras, he aquí una pregunta que me tiene mareado y para el que tal vez ustedes tengan alguna respuesta concreta. ¿Sabrían decirme qué es el agua? Porque para mí se trata de una materia completamente desconocida. Y mira que le he dado vueltas al asunto...



La señora Merluza intervino con aire sabihondo y sentenció:


- El agua es una invención de ciertos pescados filósofos que no tienen otra cosa que hacer que divertirse entreteniéndonos con sus cuentos. Créanme, es algo que no merece la pena que nos preocupemos por ello ni un instante.



 La señora Dorada opinó entonces:


- El agua es una fuerza invisible y maravillosa que concede poderes mágicos a aquéllos que aprenden a dominarla según los ritos de los antepasados.


Como no se ponían de acuerdo y cada uno despreciaba la definición del otro, decidieron ir a buscar algún habitante marino lo bastante sabio como para informarles. Un banco de boquerones que pasó por allí les informó de que a unos diez minutos nadando encontrarían a la señora Ballena, de edad venerable y gran experiencia viajera, que quizá pudiera resolver sus dudas. El señor Atún, la señora Merluza y la señora Dorada dirigieron sus aletas hacia donde les indicaran los boquerones y enseguida encontraron a la majestuosa y sabia señora Ballena. Le presentaron sus respetos y le hicieron la pregunta que les torturaba: ¿Qué es el agua? 

Ella les contestó:


- El agua es el elemento vital en el que vivís, y también del que coméis. Os rodea por todas partes y penetra en vosotros hasta el punto de que casi sois uno con ella. Vivís y nadáis dentro del agua y si salís de ella moriréis. Por eso no la véis ya que lo más difícil de ver es lo que tenemos más cerca de nosotros.




El señor Atún, la señora Merluza y la señora Dorada se miraron entre ellos, dieron las gracias de manera confusa y se marcharon. Cuando estuvieron lejos de la señora Ballena, comentaron:


- ¿Y le llaman sabia? Esta loca y desvaría, no tiene idea de lo que habla.

Y cada uno se fue por su lado, decepcionado y dando vueltas a su propia teoría.


1 comentario:

  1. Precioso cuento, muchas gracias por participarlo, recomendaré su lectura y la visita a la página. salut

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