Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

jueves, 21 de octubre de 2010

21 minutos

La ciudad de Málaga acoge estos días una de esas citas pintorescas basadas en una idea original y repletas de buenas intenciones que generalmente y por desgracia no suelen ir más allá del impacto publicitario del primer momento. Se trata del primer Congreso de Mentes Brillantes con el lema El ser creativo y que según sus responsables busca cumplir un “objetivo vocacional de divulgación de las ciencias, la curiosidad y el escepticismo”. Para ello se ha reclutado a una serie de ponentes que llegan de diversos ámbitos científicos y culturales: desde la filosofía hasta la inteligencia artificial, desde la antropología a la genética, desde la nanotecnología hasta el arte. Cada uno de los expertos dispone de 21 minutos, sólo 21, para exponer sus ideas (y demostrar que son brillantes).

Según Joaquín Zulategui, el responsable del equipo de organización, se espera y se exige que los participantes ofrezcan no 21 minutos normales sino “chispeantes”. ¿Y por qué 21 y no 20 ó 200? Pues porque los últimos estudios científicos afirman que ése es el tiempo máximo en el que el cerebro humano puede, como media, mantener fija su atención de manera consciente. ¿No es un dato terrible? El ser humano común, que aspira a saber qué hubo antes del Big Bang, que quiere resolver el hambre en el mundo, que anhela desterrar la violencia y las guerras, que pretende incluso desentrañar cuál es el secreto de la felicidad…, ni siquiera es capaz de mantener la atención 22 minutos seguidos conscientemente.

En realidad, creo que la mayoría no somos capaces ni de alcanzar los 21 minutos de marras, entre otras cosas por la sencilla razón de que el mundo que nos rodea nos induce constantemente a hacer justo lo contrario: perder la conciencia de nosotros mismos y de cuanto tenemos a nuestro alrededor y dormirmos con el primer estímulo que se nos presente. Y hay muchos estímulos esperando para atraparnos y entontecernos, para hacernos entrar en ese estado que calificamos como “piloto automático” y que nos permite estar no 21 minutos sino 21 años (y más…) hipnotizados y perdidos, lejos de nosotros mismos. Es muy fácil de comprobar. Tómese por ejemplo una película cualquiera (no hace falta siquiera que nos guste) y siéntese uno cómodamente a contemplarla: por lo general, no tardará ni cinco minutos en dormirse al proyectar su mente (y así perder su control) sobre las imágenes. Olvidaremos que somos nosotros viendo una película y pasaremos a formar parte de la película, a sufrir y gozar con los personajes, a vivir sus aventuras como si cada uno de ellos fuera una parte de nosotros mismos. 

Todos somos conscientes del momento en el que suena el despertador, pero que levante la mano el superhombre capaz de percatarse del momento exacto en el que se ha quedado dormido.


La vigilia, la autoconciencia, es quizás el mayor de los tesoros para una persona que responde realmente al calificativo de despierta en su sentido más profundo. Sólo alguien que haya alcanzado un mínimo grado de despertar puede aspirar a ser iniciado como Guerero y transitar el Camino del Hombre Solo. Es por esto por lo que las andanzas del Héroe en las antiguas leyendas transcurren siempre en una vereda solitaria en medio de bosques ignotos y montañas amenazantes, donde el buscador del Graal es sometido a todo tipo de peligros que pueden aparecer y amenazarle en cada momento. En Oriente se simbolizó esto con la prueba suprema de Aladino: apoderarse de la Lámpara Mágica, la que le da la luz interna para saber quién es y recordarse a sí mismo, sin tocar ni uno solo de los objetos aparentemente preciosos que se acumulan en la cueva de los tesoros y que, si cayera en la tentación de intentar tomarlos, le atraparían y por tanto le perderían.

Volviendo a Málaga, ¿realmente escucharemos opiniones chispeantes y originales? ¿Algo diferente? Ojalá…, aunque la verdad es que observando a priori la nómina de participantes, todos ellos muy laureados, da la impresión de que será una cita interesante pero…, en la que habrá más de lo mismo, de lo de siempre... Tenemos, entre otros, al conocido filósofo francés Bernard Henri-Lévy (aunque en realidad es conocido no por sus aportaciones a la Filosofía precisamente, sino por su omnipresencia como articulista y opinador en medios de comunicación), al mexicano Mario Molina, premio Nobel de Química en 1995 por sus estudios acerca de la protección de la capa de ozono y actual asesor medioambiental del presidente norteamericano Barack Obama (cambio climático y blablabla), a la comunicadora Rahaf Harfoush, creadora de la campaña electoral en Internet que sirvió para aupar decisivamente al susodicho Obama al poder en las elecciones de 2008 (aquí a lo mejor aprendemos algo sobre cómo manipular grandes masas de ciudadanos) o a la “pensadora” Wang Xiaoping una de las mujeres fuertes del Partido Comunista Chino (que es presentada como “nueva ideóloga”, es decir, también manipuladora del partido único en este país y cuyo apellido me recuerda algo).

Éstos y otros personajes ofrecen sus ponencias y/o debaten hasta el sábado en mesas redondas con títulos como “Relaciones humanas en el futuro: inteligencia artificial” (veinte a uno a que buena parte del debate se centra en las relaciones sexuales con la inteligencia artificial), “Por qué somos como somos” (uno de los más viejos debates en la historia de la Filosofía que difícilmente se resuelve en 21 minutos más) o “¿Existe un Dios?” (sin comentarios..., obviamente). Sólo añadiré que por mi experiencia personal este tipo de intercambio de opiniones sirve para bien poco aparte de conocer gente nueva y pasar el rato con ella pues no sólo es materialmente imposible explicar en una tarde lo que uno sabe sobre cualquiera de estos temas (si es que se los ha trabajado de versad a nivel personal) sino que cada uno va tan atrincherado en su propia fortaleza mental que tampoco hay posibilidad de hacer cambiar de opinión a los demás. En todo caso, con el fin de darle un aspecto de mayor cercanía y divulgación a todo el tinglado, se ha requerido la presencia de uno de los iconos hoy por hoy más populares (y más parecidos a un teleñeco) en la divulgación científica hispana: el abogado Eduardo Punset. 

Y como guinda para amenizar la programación se ha fijado una serie de actos musicales paralelos con la participación de la Orquesta Sinfónica Nacional Checa, la Orquesta Sinfónica de Málaga y la Joven Orquesta Provincial.
Por lo menos disfrutaremos de buena música

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