Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

martes, 8 de junio de 2010

Be water, my friend

La Tercera Ley o Principio entre los que reveló Hermes Trismegisto a los estudiantes de la carrera de Dios en su época es la Ley de Vibración. Desde entonces se estudia con interés en la Universidad junto con el resto de las Siete Leyes del Kybalion. Dice textualmente: "Nada está inmóvil, todo se mueve, todo vibra". Sí, incluso las rocas más sólidas y asentadas, las montañas más altas, todo está en permanente vibración como por cierto comentamos en un reciente artículo del blog a propósito de la manera en la que la aparente solidez de las cosas se va difuminando a medida que profundizamos en el estado de la materia y alcanzamos los niveles atómicos y subatómicos. La vibración explica por qué la materia y la energía (aunque esto sólo ha sido aceptado recientemente por la ciencia oficial) son básicamente la misma cosa pero en estados vibratorios diferentes. Por decirlo de una forma rápida y un tanto grosera, pero fácil de entender, la materia no es más que energía "densificada" (y de ahí la importancia de que nuestros pensamientos, deseos, sentimientos..., sean lo más positivos posible ya que en teoría son intangibles y existen sólo en nuestra mente, pero si estos estados vibratorios ven alterada su frecuencia de vibración, si conseguimos ralentizarla, terminarán manifestándose en nuestro mundo "real" encarnados en personas o circunstancias concretas). El ejemplo clásico que se facilita en estos casos es el agua. Un cambio en la temperatura puede convertir el agua en vapor (su vibración se acelera) o en hielo (su vibración se ralentiza). Un observador ignorante puede muy bien creer que se encuentra ante tres materias distintas, pero en los tres casos es la misma agua en un estado vibratorio diferente.

Y es precisamente el agua lo que me interesa porque en las últimas horas he releído un libro que me impactó en su día y que hoy sigue impactándome igual, porque supone la confirmación científica del funcionamiento de este Tercer Principio. Se titula Mensajes del Agua (publicado por Editorial la Liebre de Marzo) y está firmado por un investigador japonés llamado Masaru Emoto, al que los Siervos de la Oscuridad por supuesto llevan años criticando, difamando y tachando de "pseudocientífico" y "charlatán" entre otras lindezas porque tuvo la osadía de revelar al mundo sus fascinantes trabajos. Por resumir básicamente su sistema de experimentación, consiste en congelar a 25 grados bajo cero varias docenas de frascos de cristal cada uno de los cuales con 1 centímetro cúbico del mismo tipo de agua. Después de unas tres horas de congelación, se emplea un microscopio para fotografiar las moléculas cristalizadas de cada frasco en un trabajo que debe ser rápido y eficiente pues, a pesar de realizarse en laboratorios a 5 grados bajo cero, el calor del instrumental empleado para obtener las imágenes puede influir sobre al agua cristalizada y deshacer los cristales. El propio Masaru reconoce que tardó unos dos meses y medio en lograr su primera buena foto, hasta que consiguió depurar la técnica, aunque en la actualidad posee decenas de miles.

¿Y qué revelan estas imágenes? Cosas asombrosas. Para empezar, que el agua se congela en forma de cristales de tipo hexagonal (el hexágono es una de las formas geométricas más fáciles de encontrar en la Naturaleza) con hermosos adornos de aspecto casi navideño como las que ilustran la primera fotografía del comentario de hoy, pero sólo cuando el agua es de buena calidad y apta para el consumo, pues cuando se trata de agua contaminada o tóxica no sólo no aparecen estos bellos cristales sino que las fotos obtenidas muestran imágenes feas, incluso espantosas. Un paso más allá, Emoto sometió el agua al sonido de distintos tipos de música y los resultados fueron tan llamativos (para quién no conozca la Ley de Vibración) como vemos aquí a la izquierda pues descubrió cómo cada tipo de música produce un crecimiento distinto (o lo impide) de los cristales. Por ejemplo, la música de algunos de los grandes de Clásica genera cristales preciosos mientras que la de Heavy metal genera un tipo de estructura similar a la del agua contaminada.

El paso lógico siguiente era experimentar con palabras. Y las imágenes obtenidas no desmerecían respecto a las conseguidas con anterioridad. Palabras universalmente aceptadas como positivas o luminosas como Dios, Amor y Gracias generaron tremendos contrastes con otras consideradas como negativas como Demonio, Odio o Maldición. A la derecha podemos contemplar una sugerente comparación entre una expresión positiva (que produce orden y armonía) y otra negativa (que genera caos y desarmonía). Estas fotos deberían hacernos pensar muy mucho acerca de la forma en la que empleamos nuestro vocabulario de manera habitual, aunque la clave no es tanto la palabra en sí, sino la energía que lleva asociada dicha palabra cuando la pronunciamos. De hecho, en la clase de Rituales de nuestra Universidad de Dios hablamos largo y tendido acerca del poder de la palabra ("En el principio era el Verbo...") a propósito de unas fotografías de Emoto. Las "palabras mágicas" de los grandes brujos, las maldiciones gitanas, los conjuros hacia seres de otros niveles de la realidad... Sería interesante analizar las imágenes generadas por este tipo de expresiones.

Pero aún queda lo mejor... Una de las experiencias más alucinantes de Emoto fue colocar un vaso de agua contaminada y distribuir a su alrededor a un grupo de niños que lo sometieron a una ceremonia de agradecimiento y amor. Para asombro de todos los presentes (bueno, a estas alturas quizás ya no tanto), la figura fotografiada después de esta ceremonia mostraba un aspecto similar al del agua limpia y apta para el consumo. Es decir: la voluntad, la energía concentrada y proyectada de un grupo de personas (con un plus de inocencia al tratarse en su mayoría de niños) era capaz de transformar, alquímicamente diríamos, un elemento físico por el simple poder de la palabra.

¿Alguien se ha parado a pensar lo que significa todo esto, teniendo en cuenta que más del 70 por ciento del cuerpo humano es precisamente agua?

A día de hoy, Masaru Emoto continúa con sus experimentos y en las diversas entrevistas que ha concedido sugiere las inmensas posibilidades que tiene su descubrimiento. O que tendría, si no fuera por el afán de los-que-se-arrastran-en-lo-oscuro de mantener ciego al ser humano. Algunas de sus contestaciones en estas entrevistas:

“Todo en el universo es producto de la vibración y tal vez es precisamente a esto a lo que se refieren los textos sagrados que señalan que en el comienzo fue la palabra, la cual no es sino una expresión de vibración. Las vibraciones son energía (…) y es el agua precisamente el medio de transmisión de esas vibraciones. El cuerpo humano tiene seis mil millones de células que cuando están sanas vibran en completa armonía, cada una con su propia vibración como un gran concierto. La enfermedad surge con la rotura de la armonía..."

"El agua, por su capacidad para almacenar información es la portadora ideal de todo tipo de energía. Por eso es capaz de neutralizar la frecuencia negativa de cualquier paciente. Yo mismo he tenido la experiencia de curarme con agua (...) Imagine hasta qué punto recoge el agua la información que con la palabra 'Pareja' o con 'Matrimonio' aparecen ¡dos cristales! Uno parece sujetar al otro pero al mismo tiempo se protegen ambos entre sí."

"La oración forma cristales armónicos, porque es vibración. Fotografiamos diversas plegarias de religiones muy distintas, desde el catolicismo al sintoísmo, cada cual con su particular forma de expresión..., pero todos los cristales obtenidos fueron bellos. Porque todos cointienen el fundamento de vida de la Naturaleza (...) un día coloqué un vaso con agua contaminada sobre mi escritorio y pedí a dos centenares de amigos que a una hora concreta todos ellos se concentraran en la purificación del agua. El cristal que conseguimos entonces fue maravilloso. Ese día comprendí que el mensaje de las palabras no tiene distancia."


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