Mis antepasados más remotos fueron paganos; los más recientes, herejes.

viernes, 28 de mayo de 2010

Un número de teléfono con mucho peligro

Nos pasamos el día manejando y recordando números lo que, para alguien de Letras Puras como el que suscribe, suele resultar bastante latoso. La fecha de la jornada (y la hora, cada dos por tres... ¡Nunca mejor dicho!), la matrícula de nuestro vehículo, el portal en el que vivimos (y el piso) y el de la calle donde está la empresa que trabajamos, el dial de las emisoras que escuchamos, la fecha (y la edad) de los cumpleaños de las personas queridas, la complicada contraseña que le pusimos a un correo de Internet, el precio del libro aquél que queremos comprarnos... Y por supuesto nuestro número (o números, porque aun cuando parezca asombroso hay masoquistas que emplean varios) de teléfono. ¿Cuánto dinero estaríamos dispuestos a pagar por tener uno de esos teléfonos fáciles de recordar como el de algunas empresas que se anuncian en los medios de comunicación (pongamos un 676 767 676)?

Sin embargo, a veces tampoco es muy recomendable para la salud emplear un número facilón..., o ésa es al menos la teoría del diario británico The Daily Telegraph que esta misma semana publicó una de esas noticias que hay que leer varias veces para saber si nos están tomando el pelo o no. Hablaba de un número "maldito": el 888 888 888, que más que un número de teléfono parece una cenefa para la cocina. El problema con él es que sus tres últimos poseedores murieron digamos que "antes de tiempo" después de utilizarlo durante sólo dos años cada uno. Motivo por el cual, la empresa búlgara Mobitel, que lo comercializaba, ha decidido darlo de baja. En teoría, para siempre jamás.

El primer propietario de este número de teléfono fue precisamente el director general de la empresa, Vladimir Grashnov, quien decidió quedárselo para su uso personal precisamente por lo fácil de recordar, y que falleció de cáncer en 2001, cuando contaba sólo con 48 años de edad. No hay pruebas que lo confirmen pero al poco de fallecer corrieron fuertes rumores de que su cáncer no se había generado de manera natural sino por un envenenamiento con sustancias radiactivas (no sería la primera vez que un político, empresario o cualquiera otra personalidad relevante de un país del Este de Europa padece este tipo de ataques; recordemos por ejemplo los conocidos casos del espía ruso Alexander Litvinenko -arriba- y del presidente ucraniano Víktor Yuschenko -abajo-, ambos en la imagen) provocado por un rival comercial ligado a ciertas tramas mafiosas.

Curiosamente, el siguiente propietario del número fue uno de los considerados jefes de la Mafia búlgara, Konstantin Dimitrov, quien, como corresponde a su peculiar profesión, murió de forma violenta con sólo 31 años de edad. Sucedió en Holanda en 2003, durante un viaje de inspección de su negocio de drogas valorado según el periódico británico en unos 500 millones de libras esterlinas, nada menos. Allí fue muerto a tiros por un asesino solitario (por suerte, no tengo aquí al lado a Mac Namara ya que, si no, me hubiera obligado a escribir seis o siete párrafos extra sobre las falsedades del adjetivo "solitario" aplicado a estos casos y cómo se organiza una trama para que parezca realmente que un criminal de este tipo actúa solo) que acabó con su vida por encargo de un gran mafioso ruso mientras el búlgaro almorzaba con una modelo al mejor estilo James Bond. En el momento del asesinato, tenía el móvil consigo.

De Konstantin a Konstantin y tiro porque me toca, el tercer propietario del número pasó a ser Konstantin Dishliev: otro "hombre de negocios" de turbia trayectoria, esta vez implicado en una operación masiva de tráfico de cocaína hacia Colombia, que por cierto fue intervenida por la Policía, por valor de unos 130 millones de libras esterlinas. El tipo fue tiroteado, y muerto, en 2005 a la salida de otro restaurante, esta vez hindú pero ubicado en Sofía, la capital búlgara.

Como vemos, el bautizado como "número asesino" actuaba cada dos años, si bien cabe dentro de lo posible que hubiera perdido mucho de su carácter maldito si Mobitel se lo hubiera concedido a una persona con una vida relativamente normal, en lugar de a otras de moral dudosa... Nunca sabremos quiénes hubieran sido sus siguienes víctimas en 2007 y 2009, fechas en las que tocaba continuar con el ritmo macabro, porque tras el asesinato de Dishliev, la Policía ordenó suspender la concesión del teléfono mientras investigaba el suceso.

Cerrado el archivo policial, las autoridades han devuelto recientemente la licencia para el uso normal del teléfono a Mobitel, pero los actuales directivos de la empresa han decidido meterlo en un cajón y no volver a sacarlo de ahí, por si acaso. Oficialmente "no tenemos ningún comentario, la empresa no discute la asignación de números individuales". Así que ya está dado de baja aunque según cuenta el rotativo británico todavía se puede llamar al número ahora mismo. Eso sí, lo único que se escucha es un mensaje grabado anunciando que ese teléfono está fuera de cobertura de la red.

En algunas escuelas de Numerología, se conoce al número 8 como La Doble Revolución y se le describe como el número de la reacción y la justicia, que equilibra las cosas e impulsa la armonía. De hecho, nace de un doble 4, que ya de por sí se refiere precisamente al equilibrio (pocas figuras más estables que un cuadrado o su expresión en tres dimensiones: el cubo). Tal vez por eso traiga mala suerte a las personas de vida y actividades poco honorables, así que en lugar del teléfono "asesino" habría que hablar del teléfono "justiciero"... Gráficamente, el 8 es también muy estable pues se ve igual se mire desde la derecha o desde la izquierda (lo que no sucede con su raíz: el 4). Y si "tumbamos" la cifra obtenemos el signo gráfico del infinito, lo que nos habla también de equilibrio universal.

Por último, en China y otros países del Lejano Oriente se considera como un número muy afortunado, aunque esto también puede traer problemas como le ocurrió a la niña india Lakhsmi, que fue noticia en 2007 cuando trascendió su caso: nació con 8 extremidades, cuatro brazos y dos piernas. Los supersticiosos vecinos veían en ella a una reencarnación de la diosa del mismo nombre, pero sus padres y su médico veían más bien los restos del gemelo parásito (que no había lo grado desarrollarse en el vientre de su madre) que la pequeña había asumido y de los que había que librarle. Por fortuna su caso pudo ser resuelto por el cirujano Sharan Patil quien al frente de un equipo de 30 personas logró transformarla en una persona físicamente normal tras una larga operación de 24 horas. Y sin necesidad de usar el teléfono...

2 comentarios:

  1. Qué curioso....!!!!! a mí el 8 no me va.... donde esté el 7 (mi número favorito) jajaja

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